El escuchar no es sencillo. Muchos factores intervienen en la forma en que escuchamos y en la forma en que se nos escucha. A partir de nuestra antigua comprensión del lenguaje, es difícil, sin embargo, captar todo lo que está en juego cuando escuchamos.
Solo escuchando al otro o a los otros seremos capaces de validar el hablar, como una danza armoniosa, captando las inquietudes del otro, respetándolo como persona. Debemos tomar en cuenta las emociones del que escucha y viceversa para que la comunicación sea eficaz.
Las historias que creamos son partes fundamentales del escuchar, también debemos escuchar dentro del contexto en el que se produce la conversación.
Si hablamos para ser escuchados deberemos tener cuidado en representar fielmente la idea que otros tienen de nosotros. Esto lo digo como ejemplo en nuestro rol de profesores ya que los alumnos deben interpretar lo que decimos y para que se dé debemos ser consecuentes con nuestras hablar y las acciones que de ello se producen. Para ello debemos estar alerta en satisfaces sus inquietudes en base de sus historias personales. Debemos hablar siempre en una forma tal que nos permita juzgar que la persona con quien hablamos nos va a poder escuchar aquello que queremos decir.
Escuchar más que hablar puede ser el desarrollo del éxito personal y armonía con los demás.
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